Siempre creí que la palabra animal llevaba implícita la noción de libertad, mas a mí han intentado apresarme demasiadas veces. Permanecí domesticada, siempre curvada, a la izquierda de los que sorteaban mi rumor, supuestamente molesto.
Un día que creí perder todo escudo, la piel invocada por vuestro daño se accionó sola y fue recubriendo paulatinamente mi cuerpo magullado. Reconozco que al principio me asusté. Luego, mi apariencia serpentina cautivó mi inocencia.
A día de hoy, mi lengua se iza como bandera de la sensualidad. Ojalá pudiera introducir mi músculo en vuestras orejas tapiadas y preguntaros una y otra vez, siempre, infinitamente, el motivo del desdén. ¿Simple diversión?
Yo, simplificada a puro acompañamiento, diversión de los maquiavelos, animal sin mínima posibilidad de lo salvaje, rompo ya con el peso del hierro, me asimilo, me significo, me poseo, y extiendo sobre vosotros el frío eterno. De mi boca se dispone a salir la nieve.
Texto escrito para o proxecto Instintos básicos. Fotografía: Fran Cortizo